ESTRÉS
El estrés es
una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, a pesar de lo cual hoy
en día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este
mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes
en ciertos modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.
Cuando esta
respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que
repercute en el organismo y provoca la aparición de enfermedades y anomalías
patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo
humano.
Es una
patología emergente en el área laboral, que tiene una especial incidencia en el
sector servicios, siendo el riesgo mayor en las tareas en puestos jerárquicos
que requieren mayor exigencia y dedicación.
Síntomas de estrés
El efecto
que tiene la respuesta estrés en el organismo es profundo:
- Predominio del sistema nervioso simpático (vasoconstricción periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal, etc.)
- Liberación de catecolaminas y de cortisol.
- Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios.
Todos estos
mecanismos los desarrolla el cuerpo para aumentar las probabilidades de
supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, no para que se los mantenga
indefinidamente, tal como sucede en algunos casos.
A medio
plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y
puede producir diversas patologías, dolores musculares, imsomnio, trastornos de atención, diabetes, etc.)
El origen
del estrés se encuentra en el cerebro, que es el responsable de reconocer y
responder de distintas formas a los estresores. Cada vez son más numerosos los
estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la
memoria y la toma de decisiones.
Un estudio de la Universidad de California demostró que un estrés fuerte durante un corto período de tiempo, por ejemplo, la espera previa a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, tuvo en experimentos con ratas el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.
Un estudio de la Universidad de California demostró que un estrés fuerte durante un corto período de tiempo, por ejemplo, la espera previa a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, tuvo en experimentos con ratas el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.
Unas de las
áreas que más producen estrés son:
- La existencia de un ambiente laboral inadecuado, con mucho ruido, contaminación, variación de la temperatura, etc.
- Estimulación lenta y monótona, lo cual ocurre muchas veces al repetir las mismas materias
- Cada maestro tiene que ser responsable de cada alumno y tener que estar tensionado a tomar decisiones
- Condiciones laborales difíciles, las cuales tiene que ver con un importante baja en la calidad de trato hacia el docente, bajos salarios, condiciones inestables de trabajo, falta de seguridad social (usualmente en el sector privado) y deterioro en la condición social.
- Estresores al interior de las organizaciones, como la indefinición del puesto.
- Estresores afuera de las organizaciones, por el traslado de los docentes que tiene que atender varios centros laborales.
- La frustración constante al notar que los alumnos no aprenden.
Factores desencadenantes del estrés
Los llamados
estresores o factores estresantes son las situaciones
desencadenantes del estrés y pueden ser cualquier estímulo, externo o interno
(tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera
directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico
del organismo.
- situaciones que fuerzan a procesar información rápidamente,
- estímulos ambientales dañinos,
- percepciones de amenaza,
- alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.),
- aislamiento y confinamiento,
- bloqueos en nuestros intereses,
- presión grupal,
- frustración.
- no conseguir objetivos planeados.
- relaciones sociales complicadas o fallidas.
El estrés
puede contribuir, directa o indirectamente, a la aparición de trastornos
generales o específicos del cuerpo y de la mente.
En primer
lugar, esta situación hace que el cerebro se ponga en guardia. La reacción del cerebro es
preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema nervioso se despierta y se liberan hormonas para activar los sentidos, acelerar el
pulso, profundizar la respiración y tensar los músculos.
Los
episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Pero cuando
las situaciones estresantes se suceden sin resolución, el cuerpo permanece en
un estado constante de alerta, lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico
que conlleva a la fatiga o el daño físico, y la capacidad del cuerpo para
recuperarse y defenderse se puede ver seriamente comprometida. Como resultado,
aumenta el riesgo de lesión o enfermedad.
La resistencia al estrés
Se trata de un conjunto de creencias relacionadas, principalmente, con la
sensación de dominio sobre la realidad del entorno, que van
desarrollándose a lo largo de la vida, y que están muy relacionadas entre sí.
El núcleo de creencia de una persona incidirá sobre el proceso de estrés,
modulando los procesos de valoración sobre las condiciones estresantes.
Formas de combatir el estrés
Para
combatir el estrés se suelen recomendar los ejercicios respiratorios. El
objetivo es ejercer un control voluntario sobre la respiración de manera que la
utilicemos como calmante cuando nos abrumen las situaciones de estrés. Está
demostrado que una respiración adecuada tiene un efecto calmante sobre la
persona que está sometida al estrés.
Otras
acciones de evitar el estrés son las siguientes:
- Realizar ejercicios físicos.
- Mantener una dieta saludable.
- Tener al menos dos ataques de risas (permite la liberación de endorfina).
- Mantener un clima agradable durante el almuerzo, evitando preocupaciones.
- Tomarse un tiempo para la relajación mediante los juegos de mesas (se comprobó que estos tipos de juegos tranquilizan la mente).
Tratamiento: encarar memoria sobre el trauma
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